Resulta comprensible y natural esperar que las personas puedan experimentar agrado en su quehacer social. Es indispensable si pensamos que cuando las personas se sienten identificadas y representadas por un sistema realizarán múltiples esfuerzos para mejorar y sobrevivir dentro del sistema. Lograr este grado de identificación y representación no es sencillo y requiere de mutua solidaridad y responsabilidad.
En el programa de Habilidades Sociales se trabaja desde las situaciones cotidianas, como estrategia de generalización en un ambiente real, que ayudan a identificar mejor los componentes emocionales de las normas de convivencia, con la participación de todas las personas que componen la comunidad. El sentirse miembro activo de esta comunidad potencia una sensación de autovalía y satisfacción personal. Aprenden a respetar los derechos de los otros, con un adecuado refuerzo social, donde existe una retroalimentación continua.
Otra de las estrategias que se utiliza en este programa es el modelado o imitación, donde las tareas a realizar y las instrucciones facilitadas ayudan al reforzar positivamente las conductas aceptadas socialmente que se pueden extrapolar a cualquier relación social, y por tanto ayudan a mejorar la integración social de la persona.
La dificultad que se plantea en algunos casos, donde las relaciones sociales están gravemente dañadas, precisa de una reestructuración cognitiva que ayude a tomar decisiones, identificar los aspectos verbales y no verbales de la comunicación, o incluso imaginar las consecuencias de determinados comportamientos que no se valoran por falta de empatía o recursos personales, e interfieren en la toma de decisiones y en la manera de resolver los problemas que se plantean en las relaciones sociales y de convivencia.